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"Género"

   una cuestión de identidad 

   Por: Suaie Parra

Título del libro: El Arte Ultimo del Siglo XX: del posminimalismo a lo multicultural. Capitulo vigésimo, De la diferencia sexual al transgénero

Autora: Anna María Guasch

No. de páginas: 600 (libro)

Fecha de publicación: 26/09/2000

Editorial: Alianza Editorial

Anna María Guasch (Barcelona, 1953) es una historiadora y crítica de arte, profesora de Historia global del arte y Crítica de arte de la Universidad de Barcelona, la cual se ha centrado por más de 14 años en el estudio y análisis del arte internacional de la segunda mitad del siglo XX y las exposiciones que esta ha generado, realizando publicaciones tales como El Arte del siglo XX en sus exposiciones: 1945-1995 o Los manifiestos del arte posmoderno: textos de exposiciones 1980-1995.

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Guasch centra su investigación en tres ámbitos: Archivo - Memoria y Arte Contemporáneo, Historia del Arte y Estudios Visuales, y Arte Contemporáneo y Globalización, haciendo notorias contribuciones a distintas conferencias y seminarios, así como exponiendo su trabajo en textos y publicaciones.

El texto que nos compete hoy es un capítulo del libro “El Arte Ultimo del Siglo XX: del posminimalismo a lo multicultural” el cual surge del análisis de la intersección de la escena artística entre el siglo XX y el siglo XXI, más específicamente su vigésimo capítulo “De la diferencia sexual al transgénero”.

Hacia finales de la década de los 80 la batalla feminista basada en los conceptos de diferencia e identidad se dividió en multitud de variantes que buscaban transformar la noción de género, dando lugar a manifestaciones populares y artísticas, así como a distintas ramas de estudio enfocadas hacia esta temática.

Una de las principales contribuyentes a este cambio fue Judith Butler, que formulo la nueva teoría feminista, cuestionando las categorías de genero concebidas hasta ese momento, sosteniendo que se debe aspirar a un mundo donde las características y atributos asociados al genero no expresen nada, y por tanto que no se tome el género como factor de diferencia. Sin embargo, esta idea no fue algo espontaneo, pues se encuentra precedida por una serie de movimientos feminista con carga política que se dieron en la década de los sesenta y setenta, denominado como “feminismo esencialista”-debido a que se considera exclusivamente heterosexual- que tuvieron entre sus mayores activistas a artista como Judy Chicago o Miriam Schapiro.

Anna Maria Guasch

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"The Dinner Party" Judy Chicago, 1979 

En la posmodernidad el feminismo cambio su enfoque sexual y biológico, por uno que critica y analiza el género, es decir, las cualidades y condiciones bajo las cuales se clasifican las personas. Conocido como posfeminismo, este dicta que la diferenciación biológica del género es insuficiente y critica el uso de imágenes de carácter sexual en el arte, pues establece que la feminidad debe estar al margen del cuerpo, basando gran parte de su rechazo a la noción preconcebida de genero en el pensamiento del psiquiatra francés Jackes Lacan y usando el arte como una forma como una condena hacia el discurso falocrático, teniendo como algunas de sus exponentes a Barbara Kruger, Cindy Sherman o Sophie Calle.

En los noventa, los artistas consideraron poco efectivos los discursos teóricos que incentivaron la práctica artística de los ochenta, dando origen al posesencialismo. En esta década hubo intentos de retomar el discurso esencialista de los setenta, que desencadenaron en situaciones tales como la realización de la exposición londinense Bad Girls, los cuales eran colectivos que combatían la concepción del cuerpo femenino como objeto sexual. A esta exposición asistieron artistas tales como Sue Williams, Zoé Léonard o Rachel Evans, que buscaban criticar los roles preestablecidos para el hombre y la mujer. El posesencialismo buscaba mostrar el cuerpo femenino en su feminidad más extrema: masturbaciones, orgasmos, etc, hasta llegar a la denominada por Julia Kristeva “monstruosa feminidad”.

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Untitled - Your Body is a Battleground, Barbara Kruger, 1989 

Sin embargo, el arte feminista de esta década también incluye creaciones mas metafóricas, tales como la representación de la mujer a través de sus vestiduras cotidianas, o a través de sus acciones diarias.

En cuanto a la masculinidad, los movimientos artísticos se ven ligados principalmente a la pluralidad sexual dentro del mismo género, y la rotura de estereotipos y concepciones que alimentaban el discurso homofóbico de la época, dando origen a distintos colectivos y exposiciones tales como “In a different Light, Visual Culture, Sexual Identity, Queer Practice” que ahondo en las experiencias gay y lesbiana de la cultura estadounidense del final del siglo XX, analizando el aporte de los queer a la cultura y el arte.      

  

Así pues, con este texto, Guasch expone de manera cronológica y detallada los distintos movimientos respectivos al género, así como su evolución a lo largo de las últimas décadas del siglo XX, donde estos tuvieron su apogeo a manera de una diversificación sexual sin precedentes la cual tomo una fuerza política impresionante que generó un cambio en la manera de concebir el género y la sexualidad desde la cultura y el arte.

En este cambio de perspectiva sobre el género, muy acorde a su tiempo, se busca rompen los paradigmas y concepciones que se tenían frente a este tema por parte de la sociedad en general, primeramente, llevando a la reivindicación del cuerpo femenino desligándolo de las concepciones utilitarias y menospreciativas que se llevaba aplicando a este, buscando exaltar la feminidad y sus atributos de manera explícita y literal. Posteriormente se planteo que la concepción de genero debe estar desligada del cuerpo, y por tanto, es una concepción abstracta que se atiene a la cultura y el imaginario individual y colectivo frente al tema, planteando la posibilidad de decisión, cambio, y diversificación frente al género.

Es muy interesante ver y entender bajo que contexto socio-cultural e histórico se desarrollaron estos procesos de rotura de las nociones antiguas y arcaicas frente a esta temática, pues hablamos de un proceso de inclusión y aceptación del individuo sin importar sus cualidades, así como de una disolución de las características y nociones diferenciadoras establecidas autoritariamente por la sociedad a lo largo de los siglos, para dar paso a una reconcepción del sujeto y el género como algo plural y variable, que no está ligado necesariamente a los factores biológicos, pues es más bien una cuestión de ideologías, 

Sin embargo, esta concepción no es absoluta, pues también existe la ideología en la cual la reivindicación del género consiste en el cambio de paradigmas que se tienen frente a este mediante la exaltación de las sensaciones y características usualmente representadas como tabúes.

Considero que establecer si el género está ligado al cuerpo o no de manera absoluta es una tarea prácticamente irresoluble, pues cualquier dictamen que se dé es arbitrario, ya que estará basado en la concepción personal del individuo en cuestión, ya sea a favor o en contra de esta afirmación, pues ambas partes, dependiendo el ámbito en el cual se basen, pueden ofrecer argumentos para descalificar la afirmación contraria, pues ya puede el ámbito biológico descalificar el social y psicológico, como este último descalificar el primero, creando una suerte de paradoja irresoluble, pues ambas plantaciones son recíprocamente excluyentes. Por esta razón, la percepción y definición de género no es absoluta sino subjetiva, y por tanto depende de cada quien como observador definirla y aplicarla sin demeritar o desacreditar las otras.  

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